“Desconocidos del Medio Oriente”

Simplemente buscan una vida mejor. Niños, mujeres, familias, bebés, padres. Todos juntos procuran liberarse y escapar de su vida antigua. Vidas llenas de terror de salir a la calle, en las cuales no hay esperanza, por lo que tienen que huir de su hogar. Miles de personas actualmente están en la travesía más decisiva de sus vidas. El camino es largo y duro, y formar parte de la caravana que ahora mismo atraviesa México hacia Estados Unidos, será el desafío más vehemente de sus vidas. Aún más difícil hacerlo cuando su destino no los recibe con abrazos abiertos, sino que les cierran la puerta, construyen una cadena de armas y dificultan la solicitud de asilo.

 

Una rodaja de pan, una botella de agua, una camisa, un suéter, una toalla, miel de abeja, un par de zapatos para bebé, pañales, unas sandalias, un plátano. Cada familia trae, en una pequeña mochila, un máximo de cuatro cosas de esa lista. Esta es la lista de las necesidades básicas. Familias enteras son obligadas a solamente poder llevar con ellos estas cosas que ni siquiera son suficientes. Sus recuerdos, que representan sus memorias más apreciadas, han sido dejados atrás, junto con otros miembros de su familia y amigos.

 

Es el caso de Ibis Medina, de veinticinco años. El único recuerdo que pudo llevar con él lo trae puesto: su mochila del Real Madrid. Dentro, solo lleva un cambio de ropa, una botella de agua y los zapatos de un niño, el hijo de su amiga. Medina tuvo que dejar el departamento de Santa Bárbara, en el noroeste de Honduras, por la violencia de las pandillas. “Me la balaceó un chavalo”, dice mientras señala su pierna izquierda, que aún guarda el rastro de las balas de 9 milímetros. “Yo andaba con una chica que le gustaba”. Estuvo viviendo en Esquipulas (Guatemala) los últimos ocho meses, hasta que su prima lo alentó a unirse a la caravana. “Me dijeron que iban a matar a mi papá si no me iba. Me voy a buscar tranquilidad y una oportunidad en Estados Unidos”

 

A Miguel Ángel Núñez le da vergüenza sonreír porque tiene un diente malo. Su mochila rosa tiene un estampado de flores y mariposas, se la regalaron en un albergue en Guatemala. “Me fui solo, mi papá falleció hace poco y cuando le dije a mi mamá que me iba con la caravana me dijo que estaba bien, pero que tuviera cuidado”, cuenta Núñez, que vivía hasta hace poco más de una semana en La Ceiba, en el Caribe hondureño. En su mochila solo trae un poco de ropa y unas zapatillas para las caminatas. “Solo pude estudiar hasta el tercer año. Espero poder ir a la escuela en México y después seguir para Estados Unidos”, agrega. Tiene quince años.

 

“Solo traigo ropa de las niñas, mi pasaporte y pañales”, cuenta Ilia Dubón, de 29 años. Dubón viaja desde San Pedro Sula con sus hijas Mahili, de 6 años, y Anahy, de 9 años. “Lo más difícil ha sido dormir en la calle, me da pena por ellas”, lamenta. La bolsa de cuero de Ilia es lo único que les queda, después de una travesía de nueve días. Traía otra mochila, pero tuvo que dejarla en el camino. “Trabajaba en una fábrica, pero no me alcanzaba para nada, no me pagaban ni el salario mínimo [unas 8.900 lempiras, 370 dólares]”, comenta Dubón, cansada por las largas caminatas. “Estamos huyendo de la miseria”, afirma.

 

Ibis, Miguel Angel e Ilia son sólo una parte de los migrantes que buscan una vida mejor. Estos niños, mujeres, familias, bebés y padres, cuyos nombres la gente olvida decir, ya no son ellos mismos. A los ojos del gobierno de los Estados Unidos, ahora son agobios. Agobios que les van a robar sus trabajos. Agobios que no se merecen una vida mejor. Agobios que se deberían quedar en sus hogares. Sus hogares donde han dejado todo porque ya no es un hogar.

 

Parece ser que el gobierno de los Estados Unidos le teme a los niños y a la gente trabajadora. Les cierran las puertas de oportunidades, por las cuales arriesgan todo, y los reprimen con gases lacrimógenos. Demasiados padres son obligados a agarrar a sus hijos por la ropa mientras ellos y sus pequeños se ahogan en los gases. Aún siguen intentando y procuran una mejor vida. El asilo es un derecho internacional que a todos les cambia la vida. Sin duda, se la cambió a muchos que hoy en día contribuyen a la sociedad norteamericana. Las acciones del gobierno de Estados Unidos son abominaciones basadas en discriminación, miedo y egoísmo. Ibis, Miguel Angel e Ilia, junto con todos los demás, se merecen algo mejor. Y como miembros de la comunidad internacional en Graded, debemos de dialogar y luchar por aquellos que no pueden.

 

Camhaji, Elías, and Hector Guerrero. “Una Vida a Cuestas.” EL PAÍS, Síguenos En Síguenos En Twitter Síguenos En Facebook Síguenos En Twitter Síguenos En Instagram, 26 Oct. 2018, elpais.com/elpais/2018/10/23/actualidad/1540308642_628129.html.

 

“Trump Está Haciendo De La Caravana De Inmigrantes Un Asunto Político. Estos Son Los Hechos.” CNN, Cable News Network, 23 Oct. 2018, cnnespanol.cnn.com/2018/10/23/trump-esta-haciendo-de-la-caravana-de-inmigrantes-un-asunto-politico-estos-son-los-hechos/.

 

Camhaji, Elías, and Elena Reina. “EE UU Reprime Con Gases Lacrimógenos y Pelotas De Goma El Intento De Un Grupo De Migrantes De Saltar La Valla.” EL PAÍS, Síguenos En Síguenos En Twitter Síguenos En Facebook Síguenos En Twitter Síguenos En Instagram, 26 Nov. 2018, elpais.com/internacional/2018/11/25/mexico/1543176502_304605.html.